A tu isla te llamaron!

Casi llegamos. Aunque nunca se a dónde. Sam me lleva por el mal camino.. y yo trato de contarle al mundo sobre la vida cósmica de las luciernagas

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sábado, agosto 27, 2005

Doña Flor y sus dos maridos

Es curioso como algunos deseos se alojan en el lugar más común del ser y lo atormentan. Son cosas que te subyugan, te acosan, aparecen en el momento más inoportuno: se siente como cuando te hacés pis en la primera cita y no sabés que hacer. Te distraen, te marean, te elevan a 20 metros y te bajan de golpe, como una montaña rusa. Y no importa cuánto trates de enterrarlos, es un muerto que dice presente en su ausencia, que te hechiza, te seduce. Y las mil fantasías que armás para vencerlo, sólo te dejan más viuda.
Y no hay remedio, no hay cartel de salida de ese sueño, ni exorsismo de fotos quemadas ( de pira monumental en la parrilla del fondo) ni lágrimas. Es curioso que no haya lágrimas, pero no las hay.
Un buen dia decidís que ya basta. Que basta, se acabó. Que no pierdo más, que me tomo un barco a la ciudad más mediterránea del mundo. Me voy al Himalaya y me hago zen ( como dice luis eduardo, protector de los suspiros). Que este duelo de ropas coloridas y salidas con amigos no me alcanza. Que volver no me alcanza. No quiero pensar, ni soñar. Este muerto me canso.
Que mi cuarto de siglo no me da tregua. Que se me va acabando la luz, y mi luciérnaga no aparece.
la tentación de no permitir comentarios es muy grande, muy muy grande...